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17 de diciembre de 2013

La Barcelona emigrante (I): L'Hospitalet de Llobregat

L'Acollidora (La acogedora, en catalán), obra
del escultor Eduardo Arranz Bravo. Está situada
en la Rambla Just Oliveras, en la zona centro de
L'Hospitalet. Simboliza el carácter abierto de la
ciudad hacia los llegados de fuera
(FOTO: Chilebar)
La capital del Baix Llobregat es la segunda ciudad más grande Cataluña y la decimosexta de España. Actualmente cuenta con una población de 262.792 habitantes (datos del 2012), un número que en los últimos años se ha ido manteniendo después del brutal crecimiento que experimentó desde principios del siglo XX hasta 1981, cuando alcanza la cifra más alta de su historia (295.073 habitantes). La primera gran subida se dio en las primeras décadas, cuando pasó de tener poco más de 6.000 habitantes a tener cerca de 13.000. Después fue aumentando entre 10.000 y 30.000 personas cada 10 años.

Hospitalet fue una de las principales ciudades receptoras de emigrantes de principios del siglo XX, sobre todo llegados desde Murcia y Andalucía en aquel autobús conocido por Transmiseriano (tal y como explica Carles Sentís en su libro Viatge en Transmiserià). Según datos del ayuntamiento, los andaluces son los terceros en el ranking de población por Comunidad Autónoma de nacimiento de sus habitantes. En 1970 contaba con casi 60.000 personas (un 27 por ciento del total de la población) naturales de esta región inscritos en el padrón municipal. Con el paso de los años la cifra ha ido bajando de manera sostenida hasta que actualmente solo queda un 11 por ciento. En números redondos: la colonia andaluza de Hospitalet la conforman 28.276 habitantes. Aún así, solo los catalanes (46,5 por ciento) y los nacidos fuera de España (27,5 por ciento) están por delante. 

FUENTE: Elaboración propia

A su llegada, los andaluces se instalaban en la periferia ribereña, que por entonces no eran barrios con viviendas edificadas. Eran terrenos vacíos, campos de cultivo enteros ya que Hospitalet aún era un municipio dedicado a la agricultura. Poco a poco fueron poblando las zonas de La Torrassa, Bellvitge, Santa Eulalia, Pubilla Cases, etc. Donde más andaluces hay a día de hoy es en Bellvitge, con cerca de 4000 (un 14 por ciento del total de la colonia). Le siguen La Florida y Santa Eulàlia, con un 12 por ciento cada uno. La zona centro, el núcleo histórico de la ciudad, aloja más de 2400 nacidos en Andalucía, siendo el quinto barrio que más acoge. 

Se pueden apreciar algunas diferencias notables de población andaluza en algunos barrios. Pero lo cierto es que, si los agrupamos según los distritos a los que pertenecen, observamos una cierta homogeneidad. El siguiente demuestra que es una población muy repartida a lo largo y ancho de toda la ciudad:


FUENTE: Elaboración propia

RECONOCIDO ASOCIACIONISMO

El Baix Llobregat es el bastión más fuerte de los andaluces en Cataluña y Hospitalet, como capital de la comarca, es su puntal. Casi al mismo tiempo que llegaban y se acostumbraban su nueva vida veían la necesidad de combatir la nostalgia de haber dejado lejos su tierra de nacimiento. De esta manera fueron creándose asociaciones culturales para mantener viva la llama de sus tradiciones. Peñas flamencas, casas regionales, hermandades religiosas, cofradías de semana santa... Hasta un total de 18 entidades andaluzas recoge Francisco García Duarte en su libro El ideario de Blas Infante en Cataluña

La más conocida de todas ellas es la Cofradía Laica 15+1, que acapara las celebraciones de Semana Santa de la ciudad. Se fundó en 1977 y tiene origen, precisamente, en la nostalgia. En un bar del barrio de Pubilla Cases había 15 andaluces que observaban por la televisión una procesión en directo desde Sevilla. Algo les llevó a dibujar en una sábana una Virgen, a ponerla sobre una mesa y a pasearla por la calle en procesión. Así nació la hermandad. Posteriormente pasaron a llamarse 15+1. El uno lo añadieron en honor a Hospitalet. 

Casi cuarenta años después son una referencia de la Semana Santa catalana. La hermandad saca seis pasos comenzando el domingo de ramos con la entrada de Jesús a Jerusalen (la Borriquilla) y el Cautivo. 



Pero no solo están los 15+1 en Hospitalet como garantes de los valores andaluces en Cataluña. Hay otras entidades que también tienen peso y no son esencialmente religiosas. Así pues encontramos la Peña Flamenca Antonio Mairena, fundada en 1968 en el barrio de La Florida. Esta asociación musical ha venido celebrando festivales de cante, tertulias flamencas y clases de guitarra y baile desde su fundación hasta adquirir un notable prestigio. También hay numerosas hermandades rocieras (Pastorcillo Divino, Pastora Almonteña, Rocieros de Carmona...), que son promotoras incansables de las misas rocieras mensuales que organiza la Federación de Entidades Culturales Andaluzas en Cataluña (FECAC). Y, por último, destacar a casas regionales como la Casa de Huelva, la Casa de Écija o la Casa de Baena. Todas participan activamente en la celebración del Día de Andalucía en la ciudad ribereña, los actos centrales del mismo tienen lugar en el recinto de La Farga. 



Cartel de los actos del Día de Andalucía en
Hospitalet del año 2013 (FOTO: AJUNTAMENT L'H)


13 de diciembre de 2013

Una vida entre Sevilla y Barcelona

"¿La vida en mi pueblo? Un auténtico desastre. Trabajábamos cuatro días y después íbamos al paro durante tres meses". Hay muchas maneras de justificar una emigración, pero esta es especialmente contundente porqué, de alguna manera, demuestra la situación extrema en la que se encontraban muchas personas en la Andalucía del siglo XX, rural y caciquil. Este es el testimonio de José Azañeiro De Jesús, un sevillano nacido en Villanueva del Río y Minas en 1933 y que vive en Cataluña desde 1961. Se instaló en Mollet del Vallès, una de esas localidades que crecieron brutalmente a causa del boom migratorio de los años 50 y 60. La segunda ciudad más grande del Vallès Oriental tenía 6.000 habitantes a mediados de la década de 1930 y actualmente cuenta con 52.242, un 13 por ciento de ellos de origen andaluz (datos del IDESCAT). Entre 1961 y 1970, cuando Azañeiro llegó, 4000 andaluces más desembarcaron también. 


UNA RÁPIDA INTEGRACIÓN


José Azañeiro (FOTO: JAIME BLANCO)



El árbol genealógico de José Azañeiro es el vivo reflejo de lo que se puede llamar mestizaje migratorio. Sus padres eran de orígen portugués, él nació andaluz y sus tres hijos son catalanes. Viendo sus raíces, pues, se puede intuír que no tuvo problemas para integrarse en su nueva vida. "Nunca los tuve", explica. "Yo me sentí adaptado desde el primer momento. No tardé en acostumbrarme", prosigue.

José vino a Barcelona hace 52 años, cuando tenía 28. Recuerda que el viaje lo hizo "en uno de esos dichosos trenes matahombres, de asientos de madera que te dejaban hecho polvo". Tardó un día en llegar. "Ahora te plantas en Sevilla en cinco horas con el AVE", comenta entre risas y suspiros. Él ya tenía un hermano que trabajaba y, por efecto llamada (y por su madre, que le insistió), fue a parar a un lugar "del que no conocía nada más que lo que decían en los medios de comunicación, que era que había mucho trabajo". Se enroló en la empresa Aismalibar, dedicada al cableado y a la electricidad en general. En su pueblo, cuenta, estudió en los Maristas y se dedicó a lo que pudo: "Al campo, a la construcción... No había apenas nada. La cuestión era engancharse a lo primero que salía".

Poco a poco fue asentándose en Mollet del Vallès. Se casó con una mujer, curiosamente, de su mismo pueblo que también había emigrado hacia el mismo lugar. Se hizo árbitro de fútbol y se dedicó, a la vez, a entrenar porteros en los clubes de su ciudad (él había sido portero de joven). Y, además, aprendió a hablar catalán. Cuenta que se sintió obligado por el sitio donde vivía: "Cuando llegué a Mollet era una ciudad pequeña y de campo. Había muchos andaluces ya, pero se seguía oyendo hablar más catalán. Fue ahí donde me di cuenta que me haría falta saberlo". A todo esto dice también que "es una muestra de admiración hacia Cataluña por habérmelo dado todo". 


LOCO POR LAS HABANERAS 

Cuando le pregunto por lo asimilado de la cultura catalana nos sale con que ha absorbido mucho. Confiesa que le encantan las habaneras y la música de la sardana y reconoce el "mérito" de los castellers: "No me llaman mucho la atención, pero son espectaculares, sobre todo la enxaneta". Claro que en todos estos años no se ha olvidado nunca de donde viene. Es un declarado seguidor del Real Betis y afirma que "moriré siéndolo porqué es lo más grande". También le apasiona el flamenco: "En el coche llevo una cinta de la Niña de Antequera", dice con alegría. Tanto es así que siempre que ha podido se ha escapado a ver alguna celebración andaluza por tierras catalanas. Para José es algo "muy grande" el poder celebrar, por ejemplo, la Cruz de Mayo a tantos quilómetros de distancia de su casa.

Han pasado más de cinco décadas desde que José Azañeiro salió desde Villanueva del Río y Minas hacia Mollet del Vallès en aquellos trenes matahombres. Durante muchos años siguió bajando a ver a la familia que se dejó allí, pero ahora ya hace tiempo que no va. Tampoco se ha planteado volver para quedarse a vivir allí porqué "mi vida, realmente, está aquí, que es donde tengo a mis hijos y mis nietos". Unos hijos que, pese a haber nacido en Cataluña, son "andaluces de pura cepa", según cuenta José. "El mayor y la mediana, sobre todo. Mi hija lo es al cién por cién, como lo era su madre". Todo lo contrario que su hijo pequeño, que "se mueve por otros círculos".



    

9 de diciembre de 2013

Una aventura que salió "estupenda"

La emigración andaluza hacia Barcelona responde a un hecho contundente: en Andalucía no había trabajo y, por tanto, no había calidad posible. En Cataluña, al contrario, había muchísima faena y faltaba mano de obra. Todos los que hicieron la maleta en aquellos años tenían como objetivo encontrar una vida mejor que la que habían conocido en sus pueblos de origen. Pero toda historia tiene sus particularidades, notas curiosas o anécdotas (llamadlo como queráis). Y entre aquellos hombres y mujeres venidos del sur venía un matrimonio desde Posadas (Córdoba) lanzados a la aventura.

Antonio Poley (Écija, Sevilla, 1928) se casó con María Josefa Herrera, una cordobesa nacida en La Carlota en 1930. Conocieron la dureza del campo andaluz hasta que Antonio visitó Barcelona por primera vez y decidió, con su familia, dar el paso. Lo curioso de todo es que, según confiesa, vivían bastante bien: "Nunca he estado en el paro y allí tenía trabajo. De hecho, ganaba más que aquí", dice. ¿Por qué se vinieron, entonces? "Yo estaba hecha polvo de la vida en el campo y no queríamos que nuestros hijos pasaran por lo mismo", explica María Josefa. En resumen: vinieron a la aventura y a probar fortuna a casi 1000 kilómetros de distancia.

Antonio y María Josefa atendiendo a la entrevista (FOTO: JAIME BLANCO)



SANTA COLOMA, CAN TUNIS Y BELLVITGE

En 1967, Maria Josefa y Antonio hicieron el viaje desde Posadas en una furgoneta DKV con un niño y una niña a cuestas. Aquel día nevaba y un camión volcó quedando atravesado en la carretera a la altura de Albacete, con lo que tuvieron que hacer noche en un restaurante. Llegaron a su destino más de 24 horas más tarde de la hora de salida. Lo recuerdan como si fuera ayer.

El matrimonio Poley Herrera ha vivido en tres lugares distintos desde que emigró. Su primera residencia fue un piso en la calle Camprodón (barrio de Santa Rosa) de Santa Coloma de Gramanet. María Josefa recuerda entonces que "vivíamos dos familias juntas, unas 10 personas en total" y que "tenía agua y luz", por lo que "no estuvimos nada mal". Allí vivieron un año y después se mudaron a la barriada de Can Tunis, en Barcelona, un lugar que siempre ha tenido muy mala fama por asuntos de drogas y delincuencia. "Vivíamos gente trabajadora y muchos andaluces, como en Santa Coloma", recuerda María Josefa. "Allí estuvimos en una de las llamadas Casas Baratas con unos familiares y luego nos mudamos a otra nosotros solos", prosigue Antonio.

Pero Can Tunis no fue el destino definitivo. Una vez se decidió derribar las Casas Baratas la opción era irse a La Mina, en Sant Adrià de Besós. Sin embargo, surgió una alternativa: Hospitalet de Llobregat. Por aquellos tiempos el Ministerio de la Vivienda franquista estaba construyendo bloques de pisos en la zona de Bellvitge y hacia allí fueron. A día de hoy, 40 años después, siguen viviendo en un piso cercano a la Travessera Industrial. Antonio hace memoria: "Cuando llegamos el barrio ya tenía forma. Recuerdo que había campos de pequeños agricultores donde ahora está la estación de tren". Desde hace cuatro décadas Antonio y María Josefa son parte de los casi 4000 andaluces que residen en Bellvitge, el barrio hospitalense con más habitantes nacidos en esta región de España según datos del propio ayuntamiento.

Una imagen de Bellvitge en los años 70 (FOTO: ASOCIACIÓN DE VECINOS DE
BELLVITGE)



AGRADECIDOS Y FIELES 

Cuando se les pregunta por su adaptación a Cataluña tienen palabras de agradecimiento para los catalanes que los recibieron. "Nunca sentimos rechazo ni nada parecido", dice María Josefa con firmeza. "Nos ayudaron muchísimo en todo lo que pudieron", añade después. Confiesan que no aprendieron el catalán "porqué no nos sentimos obligados" ya que "había casi más andaluces y murcianos que catalanes" allí donde han vivido. Tampoco en el trabajo, tal como cuenta Antonio: "Yo transportaba petróleo a las casas y socializaba con todo tipo de gente. Con el castellano ya nos entendíamos". 

El tiempo lejos de su tierra natal ha terminado pesando tanto en Antonio como en María Josefa. Ambos dicen que ya no volverían a Posadas porqué "aquí están nuestros hijos y nuestros nietos, lo más grande que podemos tener". Eso sí: sus raíces siguen intactas. Antonio, por ejemplo, se confiesa "andaluz ante todo" y se justifica diciendo, entre bromas, que lo es porqué habla muy bien el idioma de su tierra. Su mujer, aunque se confiesa "más andaluza que catalana" no acaba de tenerlo claro: "Yo vengo de allí, pero mis hijos se han criado aquí. Es lo que hace que no me decante". Desde que emigraron han bajado al pueblo con frecuencia, aunque cada vez van menos (hace tres años desde la última vez que lo hicieron). Y han asistido a alguna celebración de su tierra en Cataluña mientras han podido. El día de Andalucía en La Farga, fiestas en la Casa de Huelva de Hospitalet o la Feria de Sevilla en Barberà del Vallès son algunas muestras.

Casi cincuenta años desde aquella odisea en furgoneta se sienten satisfechos de lo conseguido. "Vinimos a la aventura y nos salió estupenda", concluye Antonio. Y remata diciendo que ahora "estamos muy a gusto, siempre lo hemos estado. Los andaluces nos encontramos normalizados a día de hoy y creo, incluso, que lo estábamos hace 40 o 50 años". 

Vista aérea de Bellvitge en la actualidad (FOTO: XTEC.CAT)


4 de diciembre de 2013

Presentación

Buenas a todos,

Hoy pongo en marcha este blog que servirá para promocionar mi trabajo final de carrera Comunidad de Andalucía, provincia de Barcelona. Se trata de un estudio sobre la influencia de la emigración andaluza de los años 50 y 60 que llegaron tanto a la ciudad condal como a aquellos municipios que a día de hoy tienen entre sus habitantes nutridas representaciones de Andalucía. Es un proyecto con una carga personal y emotiva muy grande, pues yo soy hijo de dos emigrantes jiennenses de los años 90 y me he criado en un ambiente puramente andaluz. Ya no solo por lo que he vivo en mi casa, sino también en mi barrio y en mi vida diaria.

El trabajo pretende estudiar la influencia desde varios puntos de vista. Se pretende ver cómo se han transformado los territorios que han poblado desde su llegada, cómo se integraron los emigrantes en la sociedad catalana, qué influencia han tenido en la sociedad (participación ciudadana, política, deporte, demografía...), el arraigo de las celebraciones culturales andaluzas en Barcelona y la posterior influencia en los descendientes de estos emigrantes y en la población autóctona catalana. Para ello hacen falta muchas entrevistas, observaciones, reportajes, búsqueda de datos... Vaya, lo que se conoce por trabajo de campo.

Hacia los meses de mayo-junio tendrá que estar acabado y listo para ser defendido en la Universitat de Vic. Me lo tutoriza Josep Burgaya, reconocido profesor de Historia del centro. Espero contar con vuestra ayuda si la necesitara porqué seréis importantes para su elaboración. Para cualquier cosa me podéis escribir a la dirección jaimebl92@gmail.com.

Salud y a currar :)